El legado de Kant a la siguiente generación es una separación de principio entre sujeto y objeto, entre la razón y la realidad. Su filosofía es, pues, un precursor de las fuertes posturas anti-realistas y anti-razón del posmodernismo .
Después de Kant, la historia de la filosofía es la historia de la filosofía alemana. Kant murió a principios del siglo XIX, justo cuando Alemania estaba empezando a reemplazar a Francia en el liderazgo intelectual del mundo, y fue la filosofía alemana que estableció la agenda para el siglo XIX.
Entender la filosofía alemana es crucial para entender los orígenes del postmodernismo. Los posmodernistas continentales como Foucault y Derrida van a citar a Heidegger, Nietzsche y Hegel como los más influyentes en su formación --todos ellos pensadores alemanes. Los posmodernistas americanos como Rorty surgieron principalmente del colapso de la tradición del positivismo lógico, pero también citan a Heidegger y al pragmatismo entre sus principales influencias. Cuando nos fijamos en las raíces del positivismo lógico, encontramos influencias culturales alemanas como Wittgenstein y los miembros del Círculo de Viena. Y cuando nos fijamos en el pragmatismo, nos encontramos con que es una versión americanizada del Kantismo y el Hegelianismo. El posmodernismo es, pues, la sustitución de la Ilustración con sus raíces en la filosofía inglesa del siglo XVII por la Contra-Ilustración, con sus raíces en la filosofía alemana de finales del siglo XVIII.
Kant es central en esta historia. En el momento de su muerte, la filosofía de Kant había conquistado el mundo intelectual alemán, y así fue que la historia de la filosofía alemana se convirtió en la historia de las extensiones y reacciones a Kant.
Surgieron tres cepas principales de filosofía post-kantiana. ¿Qué vamos a hacer -se preguntaron los miembros de cada cepa- con la brecha entre el sujeto y el objeto que según Kant no se puede cruzar mediante la razón?
Los seguidores más cercanos a Kant decidieron aceptar esa brecha y vivir con ella. El Neokantismo evolucionó durante el siglo XIX, y para el siglo XX dos formas principales habían surgido. Una forma era el estructuralismo, del cual Ferdinand de Saussure fue un destacado exponente, representando al ala mayormente racionalista del kantismo. La otra fue la fenomenología, de la que Edmund Husserl fue un exponente destacado, en representación del ala mayormente empirista del kantismo. El estructuralismo fue una versión lingüística del kantismo, que sostenía que el lenguaje es un sistema auto-contenido, no referencial, y que la tarea filosófica consiste en buscar las características estructurales necesarias y universales del lenguaje, para tomar esas estructuras como subyacentes y previas a las características empíricas y contingentes de la lengua. El enfoque de la fenomenología estaba puesto en un examen cuidadoso del flujo contingente de lo dado empíricamente, evitando cualquier inferencia existencial o supuestos acerca de lo que uno experimenta, buscando simplemente describir la experiencia de la manera más neutral y clara posible. En efecto, los estructuralistas buscaban categorías subjetivas nouménicas, y los fenomenólogos se contentaban con describir los fenómenos sin preguntarse qué conexión a una realidad externa esas experiencias podrían tener.
El Estructuralismo y la Fenomenología llegaron a ser importantes en el siglo XX, sin embargo y por ello a continuación pondré el foco sobre las dos cepas de la filosofía alemana que dominaron el siglo XIX. Para estas dos cepas, la filosofía de Kant establece un problema a ser resuelto, pero que hay que resolver dentro de los límites de las premisas más fundamentales de Kant.La cepa metafísica especulativa, mejor representada por Hegel, que no estaba satisfecha con la separación de principio entre sujeto y objeto. Esta cepa aceptó la afirmación de Kant de que la separación no puede ser salvada epistemológicamente por la razón, y por lo tanto propuso superarla metafísicamente mediante la identificación del sujeto con el objeto.
La cepa irracionalista, mejor representada por Kierkegaard, que no estaba satisfecho tampoco con la separación de principio entre sujeto y objeto. Acepta la afirmación de Kant de que la separación no puede ser salvada epistemológicamente por la razón, y por lo tanto propuso superarla epistemológicamente por medios irracionales.
La filosofía kantiana entonces había preparado el terreno para el reinado de la metafísica especulativa y el irracionalismo epistemológico en el siglo XIX.